por el Dr. Rashmi Mayur
Rashmi Mayur es el Director del Instituto Internacional para un futuro sostenible, Bombay, India. Veterano medioambientalista y entregado conferenciante, es consejero de las Naciones Unidas y de 15 países del Sur.
Un desafío a la supervivencia
La cumbre de las Naciones Unidas, Hábitat II, a celebrar en Estambul, Turquía, del 3 al 14 de junio de 1996, es la última oportunidad para hacer que los asentamientos humanos en el planeta sean sostenibles. Es la cumbre sobre el futuro de la civilización urbana. El 48% de los 5700 millones de personas viven en aglomeraciones urbanas y el avance de la urbanización continuará más allá del 2050, cuando 3/4 partes de la humanidad, unos 10500 millones de personas, vivan en zonas urbanas.
El verdadero desafío para aquellos que preparan la cumbre de Estambul es lo que el Dr. Wally N’Dow, secretario general de la cumbre, ha destacado desde el comienzo: construir, en todo el planeta, hábitats sostenibles para el futuro. Su sueño es un reto para los políticos, para los planificadores, para los administradores urbanos y para los ciudadanos de todo el mundo.
Nunca antes se ha enfrentado la humanidad a tantos desafíos de supervivencia como hoy en día. Casi 1200 millones de personas en el mundo son refugiados, personas sin hogar que viven en condiciones económicas, sociales o medioambientales miserables, en el límite de la supervivencia. Si el deterioro, particularmente en el Sur, de las condiciones físicas y medioambientales continua al ritmo actual, el número ascenderá a 1400 millones de personas en el año 2001, y las ciudades, como sistemas humanos, se colapsarán y desintegrarán. Los ejemplos típicos de esta patología urbana se encuentran en todas las macrociudades del Sur: Bombay, México, Bangkok, Lagos, Sao Paulo, etc. La congestión aplastante, la contaminación brutal, las pesadillas de los atascos de tráfico, la proliferación de los barrios bajos, el crecimiento de los índices de criminalidad, la pobreza, las enfermedades, la mortalidad son todos ellos factores que impregnan estas ciudades en la mayor parte de su extensión. Esta desagradable realidad no es sólo estadística o irreal, es la experiencia cotidiana de millones de personas que están encarceladas en condiciones urbanas superdegradadas. La crisis no es sólo en el Sur. La desintegración social y psicológica en el Norte es igualmente un síntoma del colapso de la civilización urbana. El crecimiento de las tasas de criminalidad, la alienación, el aumento de la drogadicción, el alcoholismo, las familias destrozadas o los suicidios son indicadores reales de una sociedad que se desmorona.
La situación en la India
Con aproximadamente 945 millones de personas, la India continua siendo todavía un país agrícola, con un 70% de la población viviendo en el campo. Sin embargo, en la India vive más gente en las ciudades que en cualquier otro país: 280 millones. Se calcula que vivirán 335 millones en zonas urbanas hacia el final de siglo. Casi el 50% del producto interior bruto del país se produce en las áreas urbanas. La población urbana se ha más que duplicado en los últimos 25 años. Uno de cada 3 hindúes vive en una de las 27 ciudades por encima del millón de habitantes.
La presión del crecimiento natural en las ciudades, menor no obstante que la media nacional, al que se une la inmigración desde las zonas rurales, continua en alza. Las ciudades continuarán su explosión más allá del año 2010. Así, mientras que las grandes ciudades occidentales se han estabilizado, en la India, al igual que en otros países del Sur, las megaciudades y grandes metrópolis están en proceso de constante crecimiento. Bombay, Delhi y Calcuta han duplicado su población en los últimos 25 años. Esta espiral no parará mientras continúe el actual ritmo de crecimiento del 2% anual.
Ninguna ciudad del mundo puede satisfacer las demandas de un cada vez mayor y desproporcionado número de personas. Las consecuencias de todo ello se dejan ver en toda su crudeza en los degradados y proliferantes asentamientos suburbanos.
Bombay: un desastre urbano
Actualmente, Bombay, con 15 millones de habitantes, continua siendo la mayor macrociudad de la India, y una de las 15 megaciudades del mundo. Es un ejemplo palpable del mayor desastre urbano de todo el país. La ingente presión en infraestructuras y administración prácticamente han colapsado la ciudad, en la que dos de cada tres personas vive en suburbios: en las horas punta, las calles llevan tres veces más de tráfico que lo que pueden soportar, la contaminación atmosférica axfisia a la población durante los meses de invierno, el 80% de las aguas residuales se vierte al mar sin depurar… La situación empeora sin remedio, como ocurre por otra parte en otras ciudades como Dacca, Karachi, Manila y Lagos.
Este cuadro, en diferentes grados, es prácticamente el mismo en cada gran ciudad de la India. Suciedad, enfermedades, desintegración social, crímenes y muertes invaden la mayoría de las ciudades.
La gente es más pobre en las ciudades de la India que en los pueblos. Uno de cada cinco pobres del mundo vive en la India, y el 60% de ellos vive en las ciudades. Resulta por tanto evidente que la civilización urbana, que había de satisfacer los sueños de millones de personas proporcionándoles una forma de vida acomodada, les ha traído en su lugar una amarga pesadilla.
En general, las condiciones urbanas de la mayoría de la población de las ciudades de Africa y América Latina son tan despiadadas y crueles como la de la India. La única diferencia es la magnitud y el nivel de pobreza. En Asia, el escenario urbano en países como Pakistán, Bangladesh, Filipinas, Sri Lanka, Tailandia y Camboya no puede ser peor: uno de cada tres habitantes urbanos viven en una situación horrorosa.
Un nuevo orden urbano
Para todos estos países, la cumbre Hábitat II es un reto especial y un forum para planificar un nuevo orden urbano en el contexto global de un mundo desigual. Al margen de cualquier otra medida que puedan tomar, no hay otra manera de salir de este atolladero que no sea la de incluir, en sus planes de salvamento, un estricto control del irresistible crecimiento de población como primera prioridad, un plan de desarrollo tecnológico, local y de bajo coste, un estrechamiento de la cooperación Sur-Sur y serias medidas para impulsar la alfabetización total. Pero lo más importante es sin duda llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para liberar estas ciudades de las garras de los países explotadores del Norte y de las élites minoritarias de sus propios países, ávidos consumidores de recursos humanos escasos.
En este contexto, las cuestiones fundamentales y universales son: ¿qué porvenir tiene la civilización urbana? ¿a dónde se dirigen nuestras ciudades? ¿qué está ocurriendo a nuestros pueblos, en los que todavía viven millones de personas en el Sur? ¿qué clase de ciudades queremos y cómo construir ciudades y pueblos que sean habitables? ¿cómo construir ecohábitats?
Aldeas ecológicas
La cumbre es una oportunidad para crear, con vistas al siglo XXI, pueblos ecológicos en todo el mundo. Una ecoaldea es una condición socioecológica total para vivir sostenible y felizmente. Durante muchos milenios, los seres humanos han vivido en armonía con la naturaleza, en culturas bien integradas. Todavía hoy, millones de personas que habitan en los 600.000 pueblos de la India, en los varios cientos de miles de pueblos de China, y en comunidades tribales de Africa y de Sudamérica viven sosteniblemente. Pero la presión de la modernización conduce a millones de personas a ciudades y megaciudades miserables, en las que no encuentran más que miseria y sufrimiento.
La sociedad humana está evolucionando rápidamente y gran parte de este proceso se está produciendo a un precio que ni los seres humanos ni la Tierra pueden soportar. En este contexto, nos dirigimos a la cumbre con gran preocupación, pero con un profundo compromiso en pos de la implantación de formas de vida sostenibles de cara al futuro. Nuestra tarea es construir una eco-Tierra y para ello necesitamos ecohábitats en los que desarrollar asentamientos humanos sostenibles.
En el Sur, el crecimiento de las megaciudades se puede controlar haciendo los hábitats rurales económicamente viables. Nuestras ciudades deben ser administradas de acuerdo con principios modernos de gestión y su gobierno debe ser descentralizado, reorientado hacia la población. A un nivel fundamental, todo el mundo debería poder elegir su vida. Para ello debemos plantar cara a esta civilización basada en un tecnologicismo e individualismo extremos.
En lo que a los aspectos ecológicos se refiere, las aguas residuales de nuestras ciudades deberían ser tratadas y usadas en agricultura urbana y los excrementos hechos compost y usados como fertilizantes. Debemos concentrarnos en recursos energéticos renovables, tales como biomasa, sol, viento, etc. Debemos poner en marcha programas de viviendas ecológicas y de bajo coste deben ser puestos en marcha por nosotros mismos. Siempre que sea posible se deberían utilizar tecnologías informáticas para reducir desplazamientos y para promover la educación y el desarrollo de lazos globales entre diferentes sociedades y culturas. Esta idea la desarrollamos en la ciudad de Kawavaki, Japón. La Tierra entera ha de ser nuestro hogar y la sociedad humana, nuestra familia. Por último, debemos hacer de nuestros hábitats algo más humano y ecológico. Deberíamos construir mercados para la gente, y no los deshumanizados centros comerciales. Deberíamos producir y consumir productos ecológicos que puedan ser reciclados. Nuestra manera de vivir y nuestro estilo de vida debería basarse en el principio fundamental de conservación y de no consumismo.
En cuanto a los aspectos humanos, debemos preservar nuestra humanidad, así como la integridad de la sociedad humana basada en una rica diversidad de culturas. Para ello, debemos hacer frente a la obscena homogeneización del mundo, en la forma de una occidentalización justificada en nombre del desarrollo.
El ecohábitat debería llegar a ser un centro para el arte y la cultura, para la música y la danza, para el conocimiento y la creatividad, para el amor y la dicha, una residencia, un refugio, una cabaña en la que la gente puede realizar sus sueños. No estamos aquí para construir una utopía o un Shangri-La. Para muchas personas en el Sur, un lugar simple y decente, en el que puedan vivir con sus familias en una comunidad, es todo lo que quieren. Todavía es posible proporcionar una buena vida a los 5.7 billones de personas en el mundo y proteger nuestra ecología, a través de la planificación ecológica y del desarrollo de formas de vida sostenible.
Este es el desafío de la cumbre Hábitat II. Debemos construir nuestro futuro, sobre los valores de integridad social, de sostenibilidad ecológica, de autosuficiencia económica, de simplicidad y visión de futuro. Una ecoaldea proporciona un modelo único para la realización del sueño de todo niño, de cualquier lugar del mundo, de tener un futuro feliz. Se trata de un lugar en el que la tierra y el cielo danzan en sinfonía con la sonrisa de todos los niños.