El otoño nos atrapará sin haber digerido todas las enseñanzas de este intenso verano. El hayedo de los mil y un ocres y amarillos nos volverá a sorprender sin haber podido aún procesar tanto aprendizaje. En realidad cada una de las personas del Encuentro Ibérico de Ecoaldeas era un aprendizaje, un testimonio de creatividad, de voluntad, de compromiso y honestidad. Cuando se juntan más de 300 participantes con todos sus testimonios, sus sueños, sus mimbres, sus barros a cuestas…, puede ocurrir lo más imprevisible, lo más grande. Pero es que además aconteció en una masía situada en una colina frente a Montserrat, a la vera de una sagrada montaña que funge como centro espiritual planetario, pero es que además los organizadores/as de Amalurra se dieron por entero y el discurrir fue armónico, plenamente fraterno.
El trayecto de vuelta no bastó para asimilar lo vivido. El río junto al que tecleamos aún no nos canta todas las revelaciones. Sólo esbozamos sensaciones aún desordenadas. Venimos tan llenos de Can Cases, que aún no sabemos de qué…, de experiencias, aprendizajes, testimonios, sobre todo de instantes de mágica comunión. Hemos tenido en suerte participar de esa fraternidad de seres que arriesgan y apuestan, que reconstruyen con sus manos de callos, que hilan sobre sus piernas cestos y bolsos y así apuntalan su independencia y así no se venden a nada, ni a nadie y así sacan para gasolina para volver a sus Alpujarra o a sus Pirineos; gentes de todas las geografías de Iberia que tejen aquí y allí el otro mundo posible. Venimos llenos y convencidos de que sí es posible, de que en tantos lugares lo están intentando; persuadidos de que podemos errar y caer las mil y un veces, pero que no hay otro camino que no sea en unión con la Tierra, nuestra Madre, en unión entre nosotros sus hijos e hijas.
En los encuentros de la Red se pone en práctica los principios del cooperar y el compartir. Cada quien da lo que lleva dentro. Así florecen círculos por doquier, hasta cinco talleres a la vez. Entonces arranca el frenesí de correr de un lado para otro, de intentar sorber al máximo tantas aportaciones de tanta calidad, tan fundadas en el día a día, en la mejor universidad que es la propia vida. Otra vez rendición ante la valentía para indagar en lo desconocido, para hollar caminos que nadie antes recorrió. Otra vez el deseo de estar en todas partes, pues en todas ellas se están exponiendo claves de nuestro futuro. Sí, en cada sala hay un trozo de esa verdad tan inmediata como necesaria. Sí, si en algún lugar se juega el futuro es en la plaza donde se reúnen tantos soñadores, con toda sus experiencias, con todos sus empeños.
No sé lo que nos traemos de Can Cases, pero será difícil olvidar tal cascada de proyectos e ilusiones, tal alarde de ingenio y creatividad. Difícil de olvidar esos círculos matutinos de tantas manos y corazones enlazados, ese ancho “tipi” que bajo sus pieles y algodones cobijó a tantas almas, con todos sus rezos, con todas sus visiones y cantos.
Será difícil olvidar tanta ayuda dispensada a quienes se arrancan. Tantos interrogantes, con tan buena voluntad atendidos por los veteranos, por quienes reunieron antes las piedras, por quienes levantaron hace ya tiempo los muros de aquellas ruinas, por quienes por edad y canas desplegaron en anteriores décadas el mapa y pusieron rumbo a la utopía.
“Somos más de lo que creemos…”
En la gran “jaima” una mujer de ojos rasgados, bella, madura nos comparte en un perfecto español que no ha prescindido de su tono extranjero:“Los sueños nos indican que somos más de lo que creemos…” No paramos de soñar desde ese encuentro en Barcelona que tanto nos ha marcado. En su taller nos decía esta mujer sabia por nombre Rosalie Poskin, a la sazón una de las fundadoras de la comunidad sevillana de Los Portales: “Cuando entramos en contacto con las fuerzas que sostienen la vida, entramos en contacto con un poder muy sanador.”
Bendiciones por lo tanto a cuantos sanadores se consagran, a cuantos proyectos se prodigan, a cuantas azadas se levantan sin sucumbir al capital y su lógica diabólica de envenenar la tierra y triunfar a costa del otro. Bendiciones a cuantos sudores se vierten sin dejación de principios, sin abandono de responsabilidades para con la Vida y su sostenibilidad en sus infinitas manifestaciones. Bendiciones para quienes no firmaron un contrato con el injusto e insostenible orden actual, sino con el porvenir y sus generaciones, contrato con la Creación y su mantenimiento y su florecimiento sin fin. Bendiciones para los proyectos que se arrancan, para los que se afianzan, para los que apuntalan los primeros tejados o los que se solazan en el suelo de los jardines o en la altura de los palomares.
Todo lo mejor para todos los proyectos que se presentaron en la Incubadora, a los empeños sostenidos por gente joven que dejaron la jaula del piso y su hipoteca y salieron al paso de todas las dificultades, de las ruinas y sus hiedras secas y sus salamandras también a pleno sol. No sé lo que nos traemos de Can Cases, pero a la vuelta de esa hermandad tan nutrida y variada, de gente auténticamente comprometida, el alba reluce más en nuestros adentros, la utopía dibuja con más firme trazos sus perfiles en nuestros cándidos firmamentos.
No divisamos poblado multicolor de tiendas al rayar el alba. El contorno de la montaña sagrada pasa a una geografía más de adentro. Nadie toca un lejano cuerno cuando la ensalada sale de la cocina… ¿Dónde aquella suave melodía del “Agur Jaunak” en el arranque de tan gigante círculo? Nos basta el recuerdo de que fue posible, la confianza de que lo que aconteció en pequeño, puede ser en grande; de que el espíritu emprendedor y fraterno que un día frente vivimos a Montserrat, más pronto que tarde podrá inundar la Tierra entera.
¡Gracias de corazón a la RIE por tan grande, enriquecedor y grato encuentro! ¡Gracias Amalurra por tan buen hacer organizativo! Eskerrik asko bihotzez Irene ta Amalurrari bilkura eder hau antolatzeagatik!!
Apéndice
“Reconocernos como comunidad de individuos”. Pensamientos simientes extraídos de los talleres de Ulises.
Siquiera reforzar estas breves notas de lo que para nosotros han constituido los encuentros con las palabras de Ulises, extraídas de varios de sus talleres en los que tuvimos en suerte poder participar. Nos ganó con su fe en el Élder (www.elcaminodelelder.org), el nuevo individuo que participa de algo más grande que él mismo, que “cocrea un mundo que emerge de la interacción”: “Nos encontramos ante un individuo que fluye con lo que hay, que emerge en cada instante, que es capaz de captar el futuro en cuanto aflora. Cocrea conjuntamente, no vive apegado al pasado y es capaz de redefinirse junto con sus compañeros. Ve todas las voces, las acepta y es capaz de sostener la diferencia, capaz de sostener a unos y a otros.”
“Tenemos que llevar al mundo lo que está emergiendo a través de nosotros y de otra gente” nos invitaba Ulises en la penumbra de una tarde que incubaba tanto alba. Las sugerencias se sucedían en boca de este pionero que tanto ha sabido ensanchar nuestra mirada: “La humanidad ya está preparada: ya nos hemos reconocido como individuos. ¿Podemos ir más lejos? He ahí el reto de nuestros días. Podemos reencontrarnos con el otro y dar un paso evolutivo más. Eso está ocurriendo a gran escala. Ha llegado el momento de reconocernos como comunidad de individuos. Éste es tu espacio, éste es mi espacio, ¿podemos dar un paso y crear una gran conciencia colectiva en la que se reconozca también nuestra diversidad? Ahí estamos. Si surge el movimiento de ecoaldeas es porque ya estamos en esa fase de transición”.
Ulises nos participó igualmente de la convicción de que cede un modelo caduco: “Hemos llegado a ver la naturaleza como un recurso a explotar, sin embargo es preciso llegarnos de nuevo a ella con veneración. La naturaleza no es un recurso, ni un espacio de uso. En sí misma es el sostén de la vida, de todos los que estamos aquí.”
No sabemos aún con precisión cómo ha de ser la nueva realidad, sólo sabemos que no sobra nadie, que es la hora de aunar los corazones y voluntades. Estaríamos emergiendo de la noche del individualismo. Así aludía Ulises a este tránsito necesario: “La conciencia individual, hasta el presente necesaria, indispensable para conservar la individualidad y protegerla, ha de ser desbordada. Hemos exagerado las virtudes del individualismo. Ahora se trata de potenciar la comunidad de individuos.
Para ello será preciso sentirnos imbuidos de la plena confianza: “La vida crea las condiciones para la recreación de la vida. Si yo soy capaz de crear entornos en los que la vida florece, nada malo puede pasar. Cuando rompo las conexiones con la vida puede entrar la enfermedad. Básicamente se trata de restaurar los entornos ecosociales en los que queremos vivir.”
En este proceso cada quien no habrá de saber de todo. “Bastará con que yo haya ganado cierta conciencia de algo, confiar en que otros habrán avanzado igualmente en otros aspectos y que juntos podemos logara ir más y más allá. No podemos trasladar a estos breves apuntes de tan intenso encuentro el contenido de los talleres. Concluimos compartiéndoos un pensamiento simiente clave de Ulises, que bien podría resumir el espíritu de la cita: “Yo soy responsable de la realidad que me acontece y por lo tanto puedo trasformarla.” Sí, el futuro nos ha alcanzado y en Can Cases lo hemos podido constatar. Éste es el momento que estábamos esperando. No necesariamente porque lo pregonaran los Maestros y Profetas, porque lo cantan las estrellas o los posos de café, sino porque nunca se dio tanta concentración de sueños por metro cuadrado, nunca pujamos juntos y juntas tan alto.
Koldo Aldai
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