Desde que supimos que el Encuentro de Ecoaldeas de la Red Ibérica de Ecoaldeas (RIE) se llevaba a cabo en la Comunidad Amalurra Can Cases (Catalunya), estuvimos pensando en los más jóvenes que acudirían al encuentro acompañados de sus padres y madres.
Que cuántas, cómo, dónde, con qué. Primero pensamos en realizar las actividades el domo que nos prestaron para el encuentro, después preferimos una carpa semiabierta de colores, como las que usamos para el comedor al aire libre. Buscamos un lugar recogido, un poco apartado de los puntos de encuentro, tocando a un caminito que se adentra en el bosque. La amueblamos con nuestras cajas de madera para las manzanas con las que antaño se hacía la sidra en esta finca. Colocamos allí las pinturas, el papel, las ceras, la purpurina, los juegos, los cuentos, etc.
En el suelo, la tierra misma. Estuvimos pensando en las actividades, los materiales, los horarios, y los turnos, porque lo necesitábamos para creer que estábamos a punto para recibirlos. Fue nuestra manera de prepararnos.
Todo se dio distinto de cómo lo habíamos imaginado, aunque mucho mejor 🙂 . La realidad floreció y nos llenó las manos al abrirlas.
Robert fue nuestro voluntario incondicional. Los padres y madres nos acompañaron en muchos momentos, nos enseñaron a hacer pulseras, nos dejaron juegos de madera, malabares, artilugios para el equilibrio, la acrobacia, etc.
Los niños y niñas trajeron sus propios tesoros para compartir. Nina, de doce años, preparó silenciosamente un taller de papel para todos los niños. Cantamos, bailamos, fuimos de excursión, jugamos a fútbol, pintamos, comimos moras… disfrutamos y nos conocimos todos un poco más. Recogimos lentamente para guardar el recuerdo… el olor todavía dulce en el aire.
¡Gracias a tod@s!