- Date: 10 – 15 December 2014
- Location: Senegal
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- EnglishFrench
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Sin lugar a dudas, lo primero que piensa uno tras asistir a un evento como ha sido este GES 2014 –Primera Cumbre Internacional de la Red de la Ecoaldea Global (GEN) – es que ha llegado el momento de la celebración: celebrar, en primer lugar, que el encuentro haya tenido lugar, pues la crisis del Evola lo puso en serio peligro hace no tantos meses; celebrar también que la Cumbre se haya desarrollado en suelo africano, diseñada, facilitada y organizada por un equipo africano y con la asistencia de más de cien representantes de cuarenta y pico paises; celebrar por supuesto que el gobierno de Senegal nos haya agasajado y cumplimentado por todo lo alto, llegando incluso a prometernos apoyo futuro para las posteriores cumbres de este tipo y ayudas en la difusión de nuestro modelo social por los ministerios de los países del oeste africano; celebrar con alegría que una personalidad pública como el músico y mega estrella Youssou Ndour (hoy en día Ministro Consejero del gobierno senegalés) haya aceptado ser nuestro embajador de buena voluntad a escala internacional; y celebrar, cómo no, hasta donde ha llegado nuestra red, la GEN, surgida hace menos de 20 años entre un puñado de iniciativas ecoaldeanas o comunitarias pioneras y marginales.
Tenemos pues motivos para la celebración: cada día que pasa nuestros objetivos y conocimientos son compartidos por más sectores de la sociedad, en todas latitudes. Nuestro lenguaje y contendidos son adoptados por el público general y ya no solo por unos pocos. Los políticos se enamoran con nuestras palabras, nuestros proyectos, pues son los que aportan soluciones a sus principales dolores de cabeza. Porque saben que en breve, si se llegan a firmar los próximos acuerdos mundiales sobre acciones para el desarrollo sostenible (Paris, Diciembre 2015), cada gobierno del mundo va a despertarse con un nuevo dolor de cabeza de nombre CO2.
“¿Cómo secuestrar CO2?” se va a convertir en la pregunta de moda, el nuevo mantra…Ya no se trata de las clásicas “¿quién soy?”, “de dónde vengo?” sino de “¿tú cuánto CO2 secuestras este año?” El acuerdo que se está gestando prevé un descenso ineludible y obligado de las emisiones de efecto invernadero de todas las naciones desarrolladas, pues los efectos de la inacción actual suponen un negro futuro no solo para ecosistemas y poblaciones, sino también para las grandes empresas aseguradoras y para los estados, que deberán sufragar los costos de los grandes desastres naturales esperados. Es la economía, claro, la que ahora ha convertido a los escépticos en personas preocupadas por los efectos del actual modelo de desarrollo. Les sobran motivos para estarlo (preocupados). Pero nuestros gobernantes no tienen tantas ideas, y hacen falta un montón. Y allí aparecemos nosotras, las comunidades.
Porque solo las comunidades pueden probar científicamente que su modelo es plenamente sostenible, que la colectivización de los recursos y la autogestión de las necesidades bajo una visión holística y respetuosa con el entorno es un modelo ganador en la liga por la perdurabilidad. Además, en las comunidades diseñamos e innovamos sin cesar dinámicas para disminuir nuestra huella ecológica y nuestra dependencia del exterior (no olvidemos que más del 30% de las emisiones CO2 las causa la fiebre transportista). O sea, que ya formamos parte de las soluciones y las vivimos diariamente; eso nos convierte en uno de los escasos interlocutores experimentados en cuanto a ofrecer vías para la disminución del las emisiones de gases de efecto invernadero . Y lo estamos aprovechando, como lo prueba el fantástico recibimiento que recibimos en Senegal, donde el gobierno, visionario a nivel mundial, apostó hace unos años por el modelo ecoaldeano, creando la Agencia Nacional para las Ecoaldeas (ANEM).
El GES 2014 propició también un intercambio cultural y espiritual muy singular; no hay que olvidar que, fuera de Europa, el componente espiritual de las comunidades es considerado primordial como aglutinante, y es desplegado con orgullo; son muchas las voces que se alzan entre los miembros pidiendo que se reconozca su papel aún más explícitamente en nuestras comunicaciones y presentaciones del GEN. Tal y como los movimientos indígenas se han ido empoderando en varias regiones del mundo, así también las propias comunidades tradicionales irán poco a poco implantándose en nuestras redes hasta sobrepasar largamente en número y en éxitos a las ecoaldeas fundadoras de Europa y occidente.
Fue, de hecho, el reconocimiento de esa profunda experiencia humana personal y colectiva la que llevó en su día a incluir la cuarta dimensión –llamada “Vision del Mundo” – en el mandala del diseño de cualquier iniciativa que quiera ser sostenible y resiliente. Desde las ecoaldeas se reclama el reconocimiento de los derechos del `planeta y sus eco sistemas, además de sus poblaciones. Pero qué es eso del respeto a la Madre Tierra? Cómo se come? Quiere decir no echar petróleo al mar? Salvar las ballenas, las selvas? Regenerar las tierras? Repartirlas? Pagar por las bolsas de plástico?
Mucho me temo que el respeto verdadero pasa por una transformación interior que no todas queremos/podemos/estamos dispuestas a dar. Y en eso, las culturas tradicionales –aquéllas que no han perdido su lazo espiritual – son las verdaderas depositarias de los saberes que nos hacen falta. En estos momentos de universal zozobra, las voces de los viejos, de los elders, de los ancianos y ancianas de Africa, Asia o de la América indígena son de vital importancia pues son las sabias personas que aún saben hablar con el “alma” de esta Madre Tierra y contarnos lo que ocurre. Porque –dicen – solo el despertar colectivo puede detener la barbarie ecocida, solo el despertar de la conciencia de la Unidad de todos los seres nos hará reconocernos como hermanos, hijos respetuosos y amorosos de nuestra Madre Tierra.
La comunidad tiene sentido como paso hacia la comunión, el tiempo ya no se va a conformar con menos. Y es precisamente durante los rituales y ceremonias, ligadas a todas las tradiciones vivas, cuando se consigue vencer al tiempo, cuando resuenan los corazones evidenciado esa ligazón inmemorial que nos equipara por igual a todas las personas, ese atisbo de vida fraternal donde cada uno está incluído sin importar de dónde vengas ni lo que estés haciendo. Así quedaba patente en cada ceremonia de nuestro encuentro africano, donde también se reunieron hombres y mujeres de conocimiento de diversas tradiciones (chámanicas afrobrasileñas, budistas radicales, islámicas, ortodoxos cristianos, indígenas mesoamericanos y diversas otras confesiones locales) que nos honraron con sus aportaciones.
En definitiva, la Cumbre de la Red de la Ecoaldea Global fue un evento festivo del que, como daño colateral, surgió un importante borrador consensuado con las estrategias futuras que queremos desarrollar en nuestra organización, borrador que fue entregado a las personalidades gubernamentales presentes para incluirlas como proceso de trabajo en futuros encuentros. Podéis ver el video No oficial del GES 2014 en este link:
Alfonso Flaquer
Miembro del Consejo del GEN Europa.